La publicidad es una de las herramientas más eficientes para atraer clientes, y cada privado que decida utilizarla paga de una manera u otra, a otro privado, para que le facilite el servicio. Lo que también pagan, es una especie de “permiso” bajo el nombre de “tasa” y según el tipo, el tamaño, y el lugar de la publicidad, pagan un impuesto para tenerlo. Además de que las tasas se supone que se pagan para recibir un servicio, cosa que en este caso no sucede, resulta inconcebible que se cobre impuestos hasta a los carteles y pegatinas que los comercios ponen en sus propias vidrieras!
Este infierno fiscal debe terminar. Este es un pequeño paso hacia esa dirección.