Año tras año, millones de mujeres alrededor del mundo conmemoran
ese día como un día para seguir abogando por los derechos de las trabajadoras, y a través de
esa manifestación es que han conseguido igualar derechos que los hombres ya tenían, como
el derecho al sufragio.
Sin importar los contextos de los cuales venimos, la deuda social hacia las mujeres es
innegable: si bien sostengo que no somos las mujeres iguales a los hombres, es evidente
que la construcción de una “superioridad de género” a lo largo de los años, aun a pesar de
su posterior deconstrucción, dejó profundas raíces en nuestro tramado social.
Sueño con que algún día, así como no es necesario para la sociedad instaurar ni conmemorar un “Día del Hombre”, podamos vivir en tal equidad que no sea pertinente conmemorar a la mujer trabajadora, porque esa mujer será una parte innegable e irrevocable del tramado social.