¿A qué se destinarían los impuestos si los contribuyentes pudiéramos elegir exactamente cuáles son las prioridades?
Podríamos decir, casi con total certeza, que los destinarían a aquellas áreas que más les preocupan: salud, seguridad y educación. Mas fácil aun es predecir a dónde jamás destinarán el fruto de su trabajo: burocracia, corrupción y un sinfín de gastos innecesarios que, hoy por hoy, nuestro ostentoso Estado realiza como si los niveles de pobreza no estuvieran por las nubes.
Hoy ya existen en CABA leyes que permiten a empresas hacer aportes directos al desarrollo de la cultura y el deporte a cambio de exenciones impositivas. Sin embargo, nunca se aprobó un proyecto similar para la educación.